martes, 6 de mayo de 2008

Lámpara incandescente: el nuevo blanco de los verdes


La generación del 80 nos dejó un bagaje aberrante. Sin ir más lejos sagas como la de Rambo inundaron las salas de cine. Pero hay algo aún más nauseabundo: la vajilla norteamericana. Aquel templo al culto del alimento se vería transformado en un verdadero acopio de instrumental fútil. Desde portarrepasadores patentados, hasta máquinas giratorias organizadoras.
Todo se vería salpicado con el afán de la mecanización, siendo norma los artefactos con piezas móviles (agravado por la proliferación del plástico). Es fácil constatar que el único sobreviviente a la selección doméstica fue el tacho de basura con disyuntor.
Pero hay otro capítulo más oscuro, el de los objetos especificados para trabajar bajo orden y criterio de otro objeto (dominante y dominado). Así una familia de objetos especializados dignos de recitar su fin último, nacía, privándolos de una visión global. Aquella vieja maza se vería reemplazada por un ejército de artilugios plásticos. Se daría lugar a nuevos campos a cubrir: hacedores, organizadores, auditores y nuevos dominados.
Ahora... donde se gasta inútilmente la energía?

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